1/8/2019

El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.
Marcos 9:16-18 ❤

Bendecido día amados, es de suma importancia entender que toda disputa lo único que provoca es lastimar el reino y disminuir la manifestación del poder de Dios.

Sea entre parejas, entre familiares, con hermanos de la iglesia, con los vecinos, con compañeros de estudios, de trabajo o con burladores de la palabra, el único resultado va a ser la gratificación de los demonios.

Un padre había traído a su hijo endemoniado delante de los discípulos de Jesús para que lo liberaran, pero ellos antes de esto, se pusieron a disputar con los fariseos y cuando tuvieron que demostrar el poder de Dios, los demonios se burlaron, no los pudieron echar.

Las disputas, las discusiones, los conflictos, solo logran que la obra de Dios se detenga.

Muchos miembros que hoy se congregan en las iglesias, no pueden manifestar la presencia de Dios en sus vidas, porque no saben eludir los engaños que pone el diablo a través de las disputas, para que se descontrolen y pierdan las bendiciones de Dios.

El diablo astuto, nos irrita con alguien que está distanciado del entendimiento de esta verdad, para que a través de la provocación, nosotros caigamos en el error de corresponderla de la misma manera, y así lograr que los demonios se metan en nuestros cuerpos.

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Hermanos, cuando somos víctimas de estos altercados y caemos en la trampa, debemos velar, ayunar y orar para dejar de avergonzar al Señor y poder obtener las bendiciones.

Jesucristo que venía de orar toda la noche y su rostro estaba resplandeciente, saco en un instante del cuerpo del joven, al demonio que lo atormentaba.

Estamos viviendo momentos muy difíciles, dónde el diablo, más que nunca busca las discordias entre los humanos, debemos como hijos de Dios marcar la diferencia y vencerlo.

Por lo tanto, si caíste en esta trampa, se tu el primero de buscar la paz y traer nuevamente la alegría al reino de Dios, reconcíliate con quién has disputado.

La humildad, es el arma más poderosa para la exaltación.

Pastor Eliseo Laguna

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