Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.
Lucas 22:61-62 ❤
Bendecido día amados, hoy me siento como este gallo que el Señor utilizó para hacer volver en sí a Pedro y salvarlo de la perdición.
El Señor nos aclara, que lo que el dijo era directamente para Pedro y recuperado de la tan grave situación, de negarlo y maldecirlo, debía alertar y salvar a los otros que cometieron errores parecidos.
Me gustaría poner en este caso, especialmente para quién es mi canto de gallo, pero prefiero mantenerlo en secreto, por causa de que este mensaje va a muchas personas que pueden sentirse identificadas y me gustaría que reaccionen de la misma manera que lo hizo el apóstol Pedro, cuando entendió su error, se arrepintió y lloró amargamente.
A veces pensamos que a Jesucristo se lo rechaza, se lo maldice o se lo traiciona, solamente con palabras, diciendo por ejemplo: No lo conozco, nunca estuve con él, o directamente declarando maldiciones sobre su vida. Y eso es una grave equivocación.
También se lo puede maltratar de igual o peor manera, cuando a una persona que se le dio un cargo importante para llevar adelante la iglesia, se burla de Jesús llegando tarde o no viniendo a las oraciones, llegando tarde a los servicios o retirándose antes de que termine, no presentarse cuando fue sitado a participar en las reuniones de liderazgo, no cumplir con sus obligaciones económicas ignorando el daño que le provoca al reino y en su vida personal no le falta nada, e ignorar
cuando se les dio una responsabilidad de liderar una zona y no haber traído ni una sola alma nueva.
Eso puede ser peor que lo que hizo Pedro, porque con su comportamiento, solo él se puso en un serio problema con el Señor, pero cuando alguien que se llama líder actúa de esta manera, con su hipocrecía a cuantas almas puede confundir y cuánto lastima el cuerpo de Cristo.
Por eso Pablo nos dice: Guardaos de los perros, de los malos obreros de los mutiladores del cuerpo.
Pero al canto del gallo, Pedro entendió su gravísimo error, se arrepintió, lloró amargamente y recuperado se volvió un gran discípulo de Jesucristo.
Por eso espero que hoy, quién se sienta identificado con el mensaje, lo tome seriamente como ese canto del gallo, para que se arrepienta y retome su lugar de liderazgo.
Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo.
Pastor Eliseo Laguna