Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
Romanos 12:20-21
Buen día amados, definitivamente el bien y el mal conviven juntos, lo importante es a cual de las dos fuerzas le permitimos que actúe en nuestro corazon para que lo gobierne.
Ahora, entre todos los que dicidieron hacer el bien, los hijos de Dios tienen una particularidad que les ayuda a marcar la diferencia.
Ellos continúan obrando de buena manera aún con sus enemigos.
Mientras que las personas que decidieron obrar bien, se mantienen haciendo lo bueno cuando los demás actúan de una manera aceptable con ellos, los hijos de Dios continuan haciendo el bien aún con aquellos que son tomados por el diablo para ponerlos en enemistad.
Tienen el beneficio de que sus espíritus han crecido en la comunión con Dios, y saben como el enemigo atormenta a las personas, por lo tanto obran con misericordia.
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Es muy fácil considerarnos cristianos cuando las relaciones con los demás son recíprocas, pero ¿podemos mantener la postura de hijos de Dios delante de los enemigos?
Se necesita al oponente para evaluar si se tiene o no el corazón correcto y aún en los conflictos más severos permanecer obrando bien.
Si en el encuentro con el enemigo, él no recapacita a las acciones bondadosas del hijo de Dios, ascuás de fuego se amontonan sobre su cabeza, el Señor le va a pagar por su mal proceder.
Como dijo Jesús: tenemos que ser perfectos, como el Padre que está en los cielos es perfecto.
Pastor Eliseo