Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín. El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.
Lucas 11:21-23 ❤
Bendecido día amados, todas las personas antes de conocer a Jesús pasan por la etapa en la que el hombre fuerte armado guarda su palacio, se apodera y les gobierna el cuerpo.
Cuanto más pecadora es una persona, es mejor el palacio que le brinda a los demonios para que habiten en su cuerpo.
Pero cuando viene otro más fuerte, en referencia a Jesucristo, le vence y le quita todas sus armas en las que confiaba y reparte el botín, es cuando la persona verdaderamente puede decir que tiene paz y sentirse feliz.
¿Cual es el botín que Jesús nos permite recuperar? Todos aquellos beneficios que Dios había puesto en Adán y le fueron arrebatados por el diablo por causa de su desobediencia.
Al comienzo el Señor había creado a un hombre esplendoroso, lleno de paz, de alegría, de humildad, de mansedumbre y amor, y estos son todos los bienes que el diablo se apoderó y que nosotros los podemos recuperar cuando permitimos que Jesús entre en escena para defendernos.
Pero, a pesar de que el Señor nos puede devolver la herencia, la podemos volver a perder si no mantenemos una íntima relación con el Espíritu Santo, meditamos constantemente en su palabra, obedecemos a nuestros pastores y oramos sin cesar.
La falta de compromiso con el Señor para ejecutar el uso de estas armas, nos pueden bloquear espiritualmente y hacernos perder nuevamente el palacio.
Y es ahí cuando Jesús considera a algunos como aliados y a otros como enemigos.
Los que permanecen fieles a la victoria, van a lograr que otros que tienen sus palacios tomados por el diablo, quieran buscar a Jesús para que ellos también puedan recuperar sus herencias.
Pero los que retroceden por no haber usado correctamente las armas espirituales y vuelven a perder el botín por causa de la tibieza, el desgano, el mal humor, y algunos hasta lo abandonan, esos se convierten en sus enemigos.
En vez de ser instrumentos para juntar, el diablo los utiliza para desparramar.
¿De que lado estás?
Pastor Eliseo Laguna