22/12/18

El sembrador es el que siembra la palabra.
Marcos 4:14 ❤

Buen dia amados, siempre les estoy recalcando que tienen que estar controlando que palabras están sembrando en los corazones de las personas.

Hace más de veinte años atrás viví en el Perú y en esa etapa de mi vida sabía que existía Dios, pero no lo conocía tal cual es.

Creía que me estaba observando, pero no sabía que necesitaba tener una intimidad con él, para entender cuál era el propósito por lo que me había creado.

En ese momento el Señor uso a varios hermanos peruanos para que me pusieran en el corazón las semillas del evangelio y entre ellos había uno llamado David.

Pasaron muchos años, sin vernos y sin contactarnos, pero las semillas que había sembrado David echaron raíces, crecieron los tallos, salieron las hojas, dio también flores y por último el árbol comenzó a dar sus frutos.

Quizás David se había olvidado de aquellas semillas que había sembrado hacía veinte años, pero cuando menos lo esperaba y cuando más necesitaba, el árbol comenzó a darle sus frutos.

Cuando comencé a escribir los mensajes, empece a recordar a todas las personas que me habían bendecido con la predicación del evangelio para enviárselos y recordé a mi amigo David.

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El había plantado las semillas en Perú y actualmente está viviendo en Francia, pero de todas maneras, no hubieron impedimentos para que los buenos frutos del aŕbol que había sembrado le llegaran hasta París.

Por motivos de la vida, esa pasión que tenía David veinte años atrás por predicar el evangelio se había desvanecido, y se había vuelto un hombre religioso, sin el fervor del Espíritu Santo, pero por las misericordias de Dios y las buenas semillas que David había sembrado en el pasado, cuando más necesitaba, Jesús permitió que le llegaran los frutos de su propio árbol.

De esa manera, nuevamente recuperó el vigor y la fe para continuar anunciando el arrepentimiento y la pronta venida de Jesucristo por su amada iglesia.

El no sabía que lo que había sembrando tantos años atrás, hoy le iba a ser un pilar de su sustenten espiritual.

Y ahora recobró nuevamente su pasión por servir a Jesús y no solo está predicando sino que también está pastoreando.

La conclusión es: Cuidado lo que estás sembrando en los corazones de las personas, ellos son tus huertas y tarde o temprano tendrás que comer de sus frutos.

Hoy no tengo palabras para agradecer a David y a esos otros amigos peruanos que me ayudaron a encontrarme con mi amado Jesucristo.

Pastor Eliseo Laguna

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