Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
Lucas 23:34 ❤
Bendecida noche amados, todos los seguidores de Jesucristo sabemos muy bien en que momento el Señor declaro estas extraordinarias palabras.
Uno de sus discípulos lo traicionó y lo entregó en manos de sus peores enemigos, los demás lo negaron y el mismo Simón Pedro lo llegó a maldecir asustado por lo que estaba ocurriendo.
Los soldados le pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!
Aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios.
Los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.
También uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero Jesús angustiado y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
¿A que quiero llegar con este mensaje? a hacerle entender que aún en las peores circunstancias en las cuales nos encontremos por servir a nuestro Padre celestial, debemos mantener su naturaleza y no permitir que el enojo, la ira y la violencia se apodere de nuestro corazón.
A veces el enemigo nos lleva a situaciones de sufrimientos extremos y utiliza a personas y situaciones para desestabilizarnos espiritualmente para que reaccionemos de formas contrarias a la voluntad de Dios y de esa manera hacernos caer en tentación.
En todo momento debemos permanecer con un corazón convencido de que el diablo.puede hacer cualquier cosa por lastimar y dividir la relación entre los espíritus y así lograr que el Señor no se pueda hacer uno con nosotros.
Estas palabras de Jesús deben ser talladas en nuestros corazones: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
O como reaccionó Esteban mientras lo apedreaban, el invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.
Nosotros como hijos de Dios debemos proceder de esa manera, después que sea el Padre celestial el que determine lo que va a hacer con los agresores.
Suya es la venganza.
Pastor Eliseo Laguna