¿QUE FRUTOS LE VAS A PONER A TU CÓCTEL?
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Gálatas 5:22-23 ❤️
Bendecido día amados, según el cóctel que elijan, va a ser el sabor de sus vidas.
Todos los seres humanos deberían saber que son el fruto de una programación, por lo tanto, tendrían que ser muy selectivos con la información que permiten que les entre en el cerebro a través de sus pensamientos, porque una vez que se alojan en el corazón, solo tienen que esperar esos resultados.
El proverbios dice: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
Es inevitable cosechar lo que entro en el corazón, por ese motivo, hay que tener un control total sobre lo que se le introduce, esto es lo que determina que un hombre viva con felicidad o con tristeza.
Si una persona no controla su libre albedrío para escoger los buenos frutos y preparar para su vida un cóctel exquisito y entrega su mente a tener pensamientos de envidia, celo, ira, codicia, desanimo, odio, maldad, nerviosismo, etc. entonces, tendra que sentir el sabor de un cóctel amargo, doloroso y frustrante.
El Señor nos creó con la facultad de elegir los componentes del cóctel.
Pero si un hombre elige pensar en el amor, gozo, paz, paciencia, mansedumbre, templanza, bondad, etc. es evidente que su cóctel va a tener un sabor exquisito.
Quien logra tener la sabiduría para programarse de esa manera, lo que está haciendo, es adquirir la personalidad del Hijo de Dios.
Por ese motivo, para los que tienen ese cóctel en el corazón, no hay ley, sino que viven por la gracia divina.
Tu eres el único responsable de los frutos que vas a poner en tu cóctel, si aún no habías entendido esto, espera antes de poner en marcha la licuadora y tira todos los frutos amargos y comienza a escoger los que tienen sabores mas deliciosos.
Esta es la clave para vivir siempre feliz.
El apóstol Pablo supo elegir muy bien los frutos para preparar su cóctel, por lo tanto nos dice:
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!
Pastor Eliseo Laguna