No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
Mateo 7:1-2 ❤️
Bendecido tarde amados, estos son algunos de los versículos que cada vez que los medito, tiemblo.
No juzguéis para que no seáis juzgados.
Que tremendo es querer tomar el lugar del Señor, sin que nuestros dichos y acciones estén gobernados por su palabra, para poder hablar y hacer las cosas que les exigimos a los demás.
Trata de entender lo que nos dice Jesús, porque con el juicio con que juzguáis, sereís juzgados.
A veces somos muy ligeros al hablar, y le decimos otros de que manera deberían proceder en ciertas situaciones, sin ponernos a analizar, si nosotros mismos cuando estamos en una ocasión parecida obramos también de esa manera.
Por ejemplo: Cuando se dan indicaciones acerca del matrimonio. Eso que de repente le pides a un hombre que haga para restablecer su relación con su mujer, debe estar en armonía con tu forma de proceder con tu esposa.
¿Cuántos se pusieron a pensar, que por haber dicho eso, ahora esas palabras van a ser la referencia para el juicio?
Tu mismo decidiste poner las leyes, para que en el día postrero seas juzgado por ellas.
Y dice también, con la medida con que medís, os será medido.
Esto también puede traer serios problemas sobre tu vida si no tomas en cuenta cuales son tus verdaderas medidas.
Supongamos que le digas a un hermano: Tu deberías orar por lo menos dos veces al día. O tienes que evangelizar tres veces a la semana.
Desde el momento que declaraste esas palabras sobre tu hermano, ya tu mismo te pusistes las medidas para ser medido.
En el día del juicio el Señor te va a preguntar si oraste dos veces por día y si evangelizaste tres veces a la semana.
Porque con la medida con que medís, os será medido.
Tenemos que tener cuidado de no estar tratando de sacar la paja del ojo del hermano y no darnos cuenta de que podemos tener una viga delante de los nuestros.
No es que no se pueda juzgar o poner medidas para que el reino de Dios sea fortalecido y prosperado, pero hay que tener la certeza, de que cada una de las cosas que le exigimos a los demás, sean del fruto de nuestra meditación de la palabra, para asegurarnos de que sea Jesús quien obra a través de nuestras vidas.
Pastor Eliseo Laguna