22/06/2018

Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.

Eclesiastés 7:2

Buen día amados, a veces de las cosas que menos queremos oír y ver son las que nos traen las mayores bendiciones.

Todos sabemos que hay un cajón con nuestro nombre y algún día vamos a tener que ser los protagonistas de la casa de luto.

Necesitamos estar preparados espiritualmente para poder entrar a las moradas del cielo, de lo contrario, las almas tienen de descender al fuego eterno.

El nacimiento tiene un orden, pero la muerte es un desorden.

Nace primero el abuelo, después el hijo y luego el nieto, y así, sucesivamente.

Pero la muerte no respeta el orden, primero puede morir el nieto y después el abuelo.

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Por eso el Señor nos ayuda a reflexionar entre la casa del banquete y la casa de luto.

Cuando estamos en la casa del banquete nunca nos acordamos de la muerte, del cajón y de los gusanos que van a comer el cuerpo. La risa, la música, el baile y los alimentos nos embriagan de placer olvidando nuestro destino final.

Pero el ir a la casa de luto, se nos transforma en un banquete espiritual, porque ahí meditamos que eso es el fin de todos los hombres, y nosotros debemos estar atentos de qué manera nos estamos comportando con el creador.

La vida no es un borrador y si la vivimos equivocadamente, no la podemos comenzar nuevamente. Dios la permite, para que se descubra nuestro corazón y mostrarnos si escogimos hacer lo bueno o lo malo.

Si te mueres hoy,  ¿tienes la seguridad de entrar al cielo?

Si tu respuesta es sí, disfruta, la vida es bella.

Pastor Eliseo

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